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Habilidades
Parentales

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CUIDEMOS LA INFANCIA

El Desafío de la Crianza

No hay madres, padres, ni cuidadores perfectos. Todos necesitamos ayuda, información y redes de apoyo, para fortalecer aspectos claves en el desarrollo, la salud, y bienestar infantil. Una sociedad comprometida, asimismo, es indispensable si se trata de generar las condiciones para que niños, niñas y adolescentes puedan crecer en entornos de cuidado, afecto, respeto y apoyo. 

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El ejercicio de la parentalidad se basa en principios de atención, orientación, reconocimiento, y educación sin violencia. En la crianza, con amor y las mejores intenciones inclusive, todas las familias enfrentaremos desafíos, unos más complejos que otros. Cada niño, niñas y adolescente es diferente y único, al igual que cada familia y cada persona adulta responsable de cuidar. Entendiendo la diversidad de historias, contextos e inquietudes que se pueden tener, esperamos que estas herramientas puedan ser de apoyo en la crianza. 

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¿Qué son las habilidades parentales?

Las habilidades parentales son las capacidades prácticas con las que cuentan, o que pueden desarrollar las madres, padres o personas adultas significativas de un niño, niña o adolescente, para poder protegerles, educar, guiar y apoyar de acuerdo a sus necesidades, y en entornos armónicos, sanos, que acompañen el desarrollo integral de niñas y niños.

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La importancia de las habilidades parentales

Cada niño, cada niña, es diferente, y cada etapa del desarrollo tiene sus propios desafíos, por eso es tan fundamental poder educarnos y acompañarlos en su sano crecimiento.

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La crianza durante los primeros años de vida ya es de la mayor importancia, y determinante del desarrollo tanto en el presente como hacia el futuro. Recordemos, por ejemplo, que en los 2 a 3 primeros años de vida, el crecimiento del cerebro alcanza hasta un 80-90% del tamaño adulto, y desarrolla miles de conexiones neuronales necesarias para aprender. El potencial cognitivo y socioemocional de cada ser humano es impactado por las experiencias de estos primeros años. Presencia, apego, empatía, nutrir con alimentos y también con palabras y acciones de cariño, el juego, la estimulación, la actividad física, son claves en la crianza.

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Nadie nos enseña a ser padres, por lo que inevitablemente recurrimos a lo que conocemos para enfrentar este desafío, y de ahí que sea tan importante buscar el apoyo que necesitemos y las respuestas a nuestras preguntas, también, poder acceder a información y a diversas herramientas que nos permitan fortalecer las habilidades necesarias para responder y brindar el mejor apoyo a niños, niñas y adolescentes. 

Parentalidad Activa desde el comienzo

El vínculo de la madre, padre o persona significativa con sus hijos, comienza a formarse desde antes del nacimiento y una parentalidad activa beneficia el desarrollo integral de niños y niñas. Experiencias como la participación en los controles médicos, talleres prenatales y ecografías refuerzan la construcción de este vínculo.

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Lo que más necesita tu hijo o hija en esta etapa, es que la mamá se alimente sanamente con una dieta balanceada, esté en ambientes libres del humo del tabaco, sin consumo de alcohol, sin estrés, contar con cariño y buen trato. 

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No solo de leche se alimenta un recién nacido

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Crianza Respetuosa

Un recién nacido, no sólo se nutre con leche, sino con todo lo que acompaña a la alimentación, y a otras situaciones cotidianas, la voz de su madre, padre o cuidador, la proximidad física, el contacto piel a piel que le calma y le sostiene. Al vestir, al cambiar pañales, o durante el baño, etc., en cada situación se da un encuentro de miradas, de gestos, de sensaciones de calma y acogida que sus padres y/o cuidadores van despertando en él.

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Siendo muy pequeños, dependiendo en todo de otros, y sólo contando con el llanto como una forma de comunicarse, los bebés necesitan de todo aquello que les pueda transmitir que hay alguien dispuesto a responder a sus necesidades, acogerlo, y protegerlo. Ese vínculo emocional que va dando seguridad es el apego, y es fundamental para el desarrollo sano.

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Las palabras, los tonos de voz en que son dichas, también son fundamentales para ir nutriendo el apego y dando seguridad emocional al bebé. Son importantes las palabras cariñosas dirigidas al bebé, ir contando lo que hacemos juntos (“ahora voy a sacar este pañal, estoy preparando el baño, voy a poner un calcetín”, etc.) o bien describiendo actividades que lo involucran (“ahora vamos a ver al doctor, va a ver cómo estás, o poner una vacuna, etc.”), y también podemos contar lo que va pasando (“está lloviendo, va llegando la noche, el papá está cocinando”).

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Cada niño o niña procesará estas experiencias e interacciones de un modo singular y único, y será crucial contar con alguien capaz de acogerlo sin condiciones, y de ejercer el cuidado de la mejor manera posible. 

El respeto como algo central en la crianza y el cuidado se refiere a la atención y la respuesta sensible a las necesidades de los bebés, niñas, niños y adolescentes mientras crecen, teniendo en cuenta sus características, sus tiempos de desarrollo y los desafíos de cada etapa que van viviendo. Los derechos de niñas y niños son una guía y herramienta para su cuidado y para apoyar su desarrollo integral (físico, psicológico, intelectual, sus valores, la convivencia, etc.).

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Criar trae muchas alegrías y otro tipo de emociones, aunque no es una tarea fácil ni con soluciones de “una talla”: todos los niños son diferentes y únicos, y también lo son sus madres, padres, cuidadores, y las realidades y contextos donde vive cada familia. Entendiendo las diferencias y dificultades también, un punto en común innegable es que hay acciones que pueden impactar por el resto de la vida, con su efecto positivo, o negativo. Aunque siempre podemos sentir que estamos expuestos a errores y situaciones complejas, la crianza respetuosa es una forma de propiciar el mejor desarrollo posible de los niños.

 

La manera de criar influye, en gran medida, sobre las capacidades, habilidades, personalidad  y autoestima del niño, en el presente y hacia el futuro, es decir, durante todas las etapas de su vida. Para criar respetuosamente y acompañar el desarrollo, necesitamos informarnos, educarnos, mantener siempre una comunicación fluida con nuestros hijos e hijas, escucharles, acoger sus emociones y problemáticas tomando en cuenta su edad, ritmos y capacidades, orientar con paciencia y establecer límites, estimulando y guiando su sano crecimiento e  independencia. 

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Cuidarse para cuidar: darse el tiempo para uno mismo es importante en la crianza

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La misión de cuidarnos se llama autocuidado, y es la disposición y acciones a partir de las cuales cual logramos darnos un tiempo y espacio personal necesario para reponer energías, cargar pilas y reconectarnos con lo que nos gusta o reconforta y nos hace sentido, teniendo esto un impacto positivo en nuestra salud.

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Para cuidar a otro es fundamental partir por el cuidado de uno mismo. Cuando nosotros estamos bien, nos sentimos bien y saludables, podemos entregar lo mejor a los demás.

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El autocuidado se define como el conjunto de acciones que favorecen nuestra salud física, mental, y emocional. Hoy en día existe mayor consciencia acerca de la importancia del autocuidado y de los beneficios que esto entrega a cada persona y también a su entorno. Sabemos que, entre exigencias y estreses en la vida adulta, muchas veces es un desafío poder ejercer ese autocuidado como lo necesitamos. Y todavía nuestras sociedades requieren más compromiso con cuidar a quienes cuidan, y con apoyar su ejercicio del autocuidado, algo fundamental cuando hablamos de madres y padres.

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En la maternidad y la paternidad, el autocuidado es especialmente importante pues se traduce en poder cuidar mejor a hijos e hijas.

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Al pensar en autocuidado, solemos imaginar actividades que requieren de demasiado tiempo y/o tienen un costo económico alto. Sin embargo, las prácticas de autocuidado pueden ser hacer una pausa, tomar un tiempo y un espacio para reconectarse, realizando actividades breves y sencillas algunos días de la semana o bien a diario.

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El Juego

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El Llanto

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El juego es la actividad natural de niños y niñas, el mejor mecanismo para una adecuada estimulación y desarrollo integral.

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Elegir libremente diferentes tipos de actividades y juguetes apropiados para cada edad propician un desarrollo saludable. A través del juego niños y niñas descubren, ensayan roles, imaginan, crean, aprenden sobre sus gustos y talentos, sus emociones y los vínculos, y cómo resolver conflictos. Estas habilidades son esenciales, para poder adaptarse bien al contexto escolar y luego en la vida adulta. El juego es un pilar para la salud física, psicológica y emocional. 

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Es importante que madres, padres y cuidadores faciliten el juego de niños y niñas con sus pares o con ellos mismos y también participar en sus juegos, aprovechando los desafíos que pueden surgir durante la actividad, para ayudarles a encontrar maneras positivas de resolverlos. Jugar enseña a anticipar, resolver diferencias, respetar al otro, seguir reglas, buscar estrategias y soluciones a problemas.

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(*) En Chile, según un estudio de la Sociedad Chilena de Desarrollo Emocional, un 54% de padres y cuidadores declararon que sus hijos dedican una vez a la semana al juego estructurado –por ejemplo, leer un libro, salir a pasear, participar de actividades programadas–. Es importante destacar que este tipo de actividades son fundamentales para el desarrollo cognitivo. 

El llanto es una forma de comunicación de tu guagua para avisar que algo necesita, poco a poco aprenderás sus distintos tipos de llanto y lo que quiere decirte. Las guaguas que son consoladas oportunamente, especialmente durante su primer año de vida tienen: Mejor desarrollo cerebral, Menos problemas de alimentación y sueño y Aprenden a manejar sus emociones de mejor manera.

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No se malcría a una guagua por acoger y calmar oportunamente su llanto. Por el contrario, esto le ayuda a confiar en quienes la rodean y aprender cómo manejar sus emociones cuando sea más grande.

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Las Pataletas

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Los niños y niñas no tienen las mismas herramientas que los adultos para comunicar lo que sienten, necesitan, piensan o les afecta. Las rabietas o pataletas, son una forma de comunicación de los niños, un pedido de ayuda o atención, o de expresión de una frustración porque no pueden realizar algo, o no logran entender lo que pasa a su alrededor o lo que sienten, y se ven sobrepasados. Es importante tratar de ponernos en el lugar de nuestro hijo o hija y comprender su reacción para, a su vez, ayudarle a entender lo que le pasa, y que pueda volver a un lugar de calma.

Niños y niñas aprenderán gradualmente otras maneras de expresarse, poco a poco las pataletas irán disminuyendo su intensidad y frecuencia  entre los 4 y 5 años. A pesar de que estas situaciones pueden ser motivo de agobio y angustia para los adultos que cuidan, es necesario tener paciencia ya que es una etapa muy importante para el desarrollo, durante la cual niños y niñas irán aprendiendo a identificar sus emociones y a reconocer otras formas mejores de expresarlas.

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Tener paciencia o acoger no equivale a dejar que niños y niñas hagan o consigan lo que quieran. Si bien conceder o ceder podría calmar una rabieta momentáneamente, no significa que se evitará la siguiente, y además se entrega un mensaje confuso al niño o niña quien podría aprender que de esa forma logra una respuesta o resultado. 

  • Lo más importante es mantener la calma. Los adultos son modelos para sus niños y niñas, por lo tanto, si la forma que tienen de tratarlos o de comunicarse con ellos es inadecuada (por ejemplo, enojados y gritando), eso será lo que aprenderán. Una atmósfera tranquila ayuda a recuperar el control; y tomarle, abrazarle u ofrecerle una actividad que le distraiga, pueden atenuar o evitar una gran pataleta.

  • Intenta entender cuál fue el gatillante de la rabieta y ayúdale a reconocer la emoción y a ponerle nombre. El adulto debe validar su emoción y facilitar que comprenda que sucedió y que le está pasando (por ejemplo, “te enojaste porque se cayó el juguete”; “te dio pena porque tenías muchas ganas de jugar con ese autito y otro niño lo tomó”).

  • Reflexiona con él o ella, sobre cómo podría reaccionar o resolverlo de manera diferente en una próxima ocasión.

  • Una alternativa es también intentar distraerlo con otra actividad que sea atractiva (por ejemplo: “tenemos que irnos y sé que lo estás pasando muy bien, ¿quieres que nos vayamos cantando la canción que te gusta?”)

  • Podemos darle un tiempo para que calme su emoción, pero es importante evitar dejarle solo o sola. La idea es acompañar y que el niño(a) pueda conversar sobre lo que sucedió. No se sugieren acciones como mandarlo a una esquina o a su pieza “a pensar” o “hasta que se te pase”. Estas estrategias no ayudan a que aprenda a manejar sus emociones, aumentan la rabia y pena y le enseñan que en los momentos difíciles no puede contar con sus madres, padres, u otras personas significativas, y que el afecto es condicionado.

  • El sentido común, el juego y el humor son fundamentales para facilitar que un niño(a) vaya entendiendo límites y pueda seguir y colaborar con determinadas reglas y acuerdos de convivencia. Los niños suelen responden positivamente a las proposiciones de colaboración. Decirles “guarda tus juguetes” no es lo mismo que decirle “¿guardemos los juguetes?, ¿quieres ser mi ayudante especial para guardar?, vamos a ordenar para la próxima vez que juegues”, etc.

  • Evita explicaciones largas y complicadas en medio de una rabieta pues no es buen momento. Una vez que la situación vuelva a la calma, podemos buscar un momento tranquilo para hablar de lo que ocurrió y explorar juntos otras maneras de estar o responder a ciertas situaciones. Nunca está de más, en éstas y otras conversaciones, darles seguridad en que cuentan con nosotros y expresarles nuestro cariño

(Fuente: Basado en sitio web de Chile Crece Contigo)

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Fonoinfancia es un servicio gratuito y confidencial, atendido por un equipo de psicólogos y psicólogas especialistas en temas de infancia y familia, que responde en forma inmediata y confidencial tus dudas o inquietudes sobre la crianza de niños y niñas.

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