Para mitigar estos efectos y promover un entorno familiar más saludable, se pueden considerar las siguientes sugerencias:

• Comunicación abierta y honesta: Fomentar un ambiente donde los padres o cuidadores puedan comunicarse de manera efectiva y resolver conflictos de manera constructiva, sin recurrir a discusiones intensas delante de los niños.

• Modelado de comportamientos positivos: Los adultos deben modelar comportamientos positivos y respetuosos en sus interacciones para que los niños aprendan a manejar conflictos de manera adecuada.

• Cuidado personal: Es importante que los padres o cuidadores cuiden de su salud mental y emocional para poder brindar un ambiente estable y seguro para los niños.

• Apoyo externo: Buscar ayuda profesional, como terapia familiar o asesoramiento, puede ser beneficioso para abordar problemas subyacentes y mejorar la dinámica familiar.

• Tiempo de calidad: Pasar tiempo de calidad juntos como familia, participando en actividades divertidas y significativas, puede fortalecer los lazos familiares y reducir el estrés.

Es fundamental recordar que cada situación familiar es única, y lo que funciona para una familia puede no ser aplicable a otra. En caso de duda, buscar el consejo de un profesional de la salud mental o un asesor familiar puede ser de gran ayuda.